EL PLANO ASTRAL


El plano astral es el área de trabajo del mago. En este tenue y fantástico mundo, él puede encontrar la verdad de cosas pasadas y por venir. También puede hallar dioses y demonios, gnomos, hadas y salamandras, ángeles, arcángeles, y las fuerzas elementales de la naturaleza. Este plano contiene los poderes secretos y la clave de la creación de efectos milagrosos sobre el plano físico. 

El plano astral ha sido frecuentemente definido como el reino de la imaginación visual. Antes de hacer un viaje astral debemos primero tratar de entender lo que los místicos y magos quieren decir cuando usan términos como plano, astral, etéreo, aura, y los cuerpos del hombre. 

La mayoría de personas creen que son una mente dentro de un cuerpo. Los conceptos de alma y espíritu hacen que un individuo promedio se sienta inquieto, en gran parte por no saber cómo tratar dichos aspectos. Son ideologías que están más allá del mundo de los sentidos, y como tales no son fáciles de entender o asimilar. Es preferible ignorar su existencia y concentrarse en las realidades del cuerpo material. 

Los místicos orientales tienen una forma práctica de mostrar a los estudiantes que sus propios cuerpos no son sus seres verdaderos. Los zen budistas en Japón y los sufíes en el Medio Oriente ponen más atención al ser superior que a la personalidad material. Por ejemplo, un adepto sufí, tratando de impresionar sobre un discípulo la existencia de una naturaleza espiritual más profunda, puede sostener una vela encendida bajo la mano de un estudiante para luego pedirle que describa la experiencia que acaba de tener. Cuando el estudiante se queja de haber sido quemado, el adepto explica pacientemente que sólo fue afectada la carne, no el verdadero ser del discípulo. 

Este concepto toma el cuerpo como una especie de armazón que llevamos puesto para nuestro paso por el mundo material. No es nuestro real ser, como lo mostrará un simple experimento. El cuerpo es real para nosotros gracias a los cinco sentidos; podemos sentir las cosas debido a las terminales nerviosas que nos hacen susceptibles a las experiencias táctiles. Igualmente, podemos ver, oler, oír, y probar; por todo esto, tenemos la ilusión de que el cuerpo representa nuestro ser. Pero si colocamos una mano o un brazo sobre una mesa, dicha extremidad sólo se moverá cuando queramos. De la misma forma, nuestros pies, cabezas, o torsos, permanecerán estáticos hasta que les enviemos una orden mental para que desarrollen una determinada acción. Nuestro cuerpo no habla, no come, no se mueve a menos que le digamos que realice tales acciones. 


Cuando nos damos cuenta de esta peculiaridad del cuerpo humano, nos inquietamos por el hecho de vivir dentro de un robot activado, dominado a través de un control remoto. Esta influencia es ejercida sobre el cuerpo por medio de las células cerebrales; luego el cerebro es el maestro del cuerpo, regula las acciones corporales inconscientes tales como la respiración, la circulación de la sangre, los latidos del corazón, la digestión, etc. También controla reacciones conscientes como el habla, la memoria, el afecto, las decisiones, y la conciencia. 

¿Podemos decir que el cerebro representa nuestro ser? 

No realmente. El cerebro es el asiento de la personalidad consciente, pero también de la inconsciente. Si cada uno de nosotros fuese el cerebro, conoceríamos todo su funcionamiento; sabríamos cómo hacemos para que el corazón lata y las células se regeneren, y por qué sentimos dolor y hambre. No sabemos casi nada acerca del mecanismo del cuerpo o el cerebro —sólo conocemos lo que la ciencia nos dice después de cientos de años de estudios continuos y a menudo frustrantes—. No sabemos cómo funcionan el cuerpo y el cerebro, ni tampoco lo que realmente somos. 

Cuando alcanzamos este punto en nuestra conciencia, repentinamente nos sentimos solos e impotentes; tenemos la sensación que no nos pertenecemos, que de algún modo estamos atrapados en un cuerpo material que limita nuestra libertad y nos mantiene sobre la tierra. Este es el primer paso en la conciencia espiritual. De un momento a otro nos damos cuenta que somos algo más que un cuerpo físico. Qué somos y de dónde venirnos son temas de interés para los metafísicos y los principales objetivos de la religión, el misticismo y la magia.

El yoga enseña que el hombre tiene un "tercer ojo" que es el asiento de la conciencia humana y el punto de contacto entre la mente y el espíritu. El tercer ojo ha sido equiparado por muchas autoridades del ocultismo con la glándula pineal que se encuentra en la base del cerebro. La ciencia moderna ha desarrollado experimentos interesantes con esta pequeña glándula y todos indican que hay una relación entre este órgano y la conciencia humana. La glándula produce dos hormonas, serotonina y melatonina, las cuales regulan el pensamiento racional y el desarrollo sexual en el hombre. Si se interfiere la acción hormonal de la melatonina, como es el caso de un tumor cerebral cercano a la base de la columna vertebral, las características sexuales de la persona afectada aumentarán anormalmente. Igualmente, la ingestión de alucinógenos tales como el LSD, impedirá el flujo normal de serotonina en la corriente sanguínea, lo cual origina una alteración de la conciencia. También se ha descubierto que las personas en estado de trance tales como los éxtasis de los místicos, muestran un nivel bajo de serotonina en la sangre. Esto tiende a apoyar la afirmación de los yoguis que consideran la glándula pineal o tercer ojo como el asiento de la conciencia y un vínculo con niveles superiores de entendimiento. 

Todas las escuelas de ocultismo nos dicen que el hombre tiene muchos "cuerpos", que funcionan en diferentes planos. Esta idea aparentemente paradójica es explicada mediante el concepto de alma, que por naturaleza se divide en siete niveles de conciencia como sigue: 

1. Elemental: 

Una forma muy sutil de sustancia que trasciende los electrones, iones, o corpúsculos con los cuales está formada la materia. Es el patrón con el cual se construye el cuerpo físico, y es conocido con nombres como el doble o cuerpo etéreo, entre otros. La parte elemental del alma sobrevive a la muerte del cuerpo por algún tiempo y a veces se hace visible como el fantasma de la persona fallecida. No tiene conciencia y se disgrega rápidamente después de la muerte. 

2. Mineral: 

Las sustancias minerales y químicas con las cuales está hecho el cuerpo. Su función es controlar la materia orgánica del cuerpo y asegurarse que los procesos químicos se realicen correctamente. Estos procesos no son sólo mecánicos, son el producto de la inteligencia y el propósito, y necesitan de la presencia y el control del alma mineral. Al igual que el aspecto elemental del alma, el nivel mineral se desintegra después de la muerte del cuerpo.

3. Vegetal: 

La sustancia celular que permite el crecimiento del tejido corporal y de los órganos, y hace posible el injerto y el transplante de partes físicas del cuerpo. 

4. Animal: 

Este es el cimiento de los deseos animales. La inteligencia y la conciencia sólo se ocupan del bienestar físico del cuerpo. Los principales deseos del aspecto animal del alma tienen que ver con la nutrición y la reproducción, que se manifiestan respectivamente como autoconservación e impulsos sexuales. El alma animal se puede equiparar fácilmente con los instintos del hombre. 

5. Humano: 

Aquí encontramos el razonamiento intelectual, y la acción o elección voluntaria, además de la autoconciencia. Podemos equiparar este estado con la mente. 

6. Semidios: 

Los elementos de humanidad, bondad, justicia, comprensión, nobleza y fraternidad. Los aspectos superiores del amor humano reflejados en la capacidad de autosacrificio son una parte del semidios en el hombre. En este nivel de conciencia una persona siente compasión por los demás debido a su nuevo sentido de unidad con el todo. 

7. Dios: 

A este nivel, el alma se une a la fuerza creativa del universo y deja de interesarse por el mundo material, excepto para ayudar a los demás a alcanzar un estado de felicidad. Los primeros cuatro aspectos del alma en el hombre se unen para formar dos cuerpos, el etéreo y el físico; estos a su vez se dividen en siete planos: 

1. Atómico 
2. Subatómico 
3. Superetérico 
4. Etérico 
5. Gaseoso 
6. Líquido 
7. Sólido 

No deben ser confundidos con los siete niveles mencionados antes, que son vistos como aspectos del alma. Los primeros cuatro planos son atribuidos al cuerpo etéreo; los últimos tres son típicos del cuerpo físico. El etéreo ha sido descrito por los ocultistas como el cuerpo interior del hombre; aunque es de una naturaleza extremadamente tenue, es en muchas formas el verdadero cuerpo físico. Controla la entrada y salida de material físico del cuerpo y obtiene energía vital —Arana— del sol a través de varios puntos localizados a lo largo de la columna vertebral. 

Estos centros, llamados chakras por los yoguis, son también vistos como esferas del árbol de la vida por los cabalistas. 


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