LOS CUATRO ELEMENTOS


Antiguamente habían 103 elementos en la tabla periódica química. A lo largo del tiempo son descubiertos algunos más y agregados a la lista. De acuerdo a la ciencia, es la agrupación de estos elementos en diversas composiciones lo que forma todo el mundo material. 

El mago también apoya dicha afirmación, al menos en principio, pues sostiene que los 103 elementos, la totalidad del mundo, y de hecho el universo en general, son el resultado de la combinación de sólo cuatro elementos. Estos elementos no deben confundirse con los 103 descubiertos por la ciencia, ya que pertenecen a otro nivel de existencia y son vistos como la esencia de todo lo que existe. 

Todos los sistemas de magia concuerdan en que hay cuatro elementos primordiales que, con sus diferentes composiciones, son la base de toda la materia y van más allá de la esfera espiritual. Los cabalistas, yoguis, alquimistas, gnósticos, y todos los magos y místicos antiguos basaron sus enseñanzas y filosofías en la existencia de cuatro elementos. Estamos familiarizados con ellos: aire, fuego, agua y tierra. 


Hay otro elemento del cual hablan los magos, del cual surgieron los cuatro anteriores. Es conocido por muchos como éter o akasha, y es la fuente de toda la creación. Se cree que los elementos son principios o fuerzas universales que sirven de base para el trabajo del mago.

El practicante de magia piensa que con el conocimiento adecuado y la fuerza de voluntad, puede arreglar los elementos para crear su propio y particular mundo perfecto. 

Basándose en la creencia del mensaje de la tabla de esmeralda, con sus instrucciones detalladas y secretas sobre el funcionamiento correcto de los elementos, los antiguos alquimistas creían que podrían no solamente afectar la materia físicamente, sino también crearla a voluntad. Esta es la base del sueño alquímico de la palingenesia, la creación de la vida. 

La magia enseña que los cuatro elementos tienen cualidades o características que transmiten al mundo material. Estos elementos se conocen como tattwas en sánscrito. Los colores y determinadas formas también han sido atribuidos a los elementos, para facilitar los sistemas de meditación alrededor de ellos. 

La astrología, que en gran parte se relaciona con los cuatro elementos, divide los doce signos del zodíaco en cuatro grupos de tres llamados triplicidades. Los cuatro elementos son presentados a manera de tabla para mayor entendimiento. Los colores atribuidos a los elementos en esta tabla son distintos a los que les atribuye la astrología.

Cada elemento es un compuesto de sí mismo y todos los otros compuestos. La composición es la misma para cada uno de ellos. Por ejemplo, el éter es formado de doce partes de éter, dieciocho de aire, dieciocho de fuego, dieciocho de agua, y dieciocho de tierra. El aire está compuesto de doce partes de aire, dieciocho de cada uno de los otros cuatro elementos, y así sucesivamente. Cuando los elementos descienden del éter, ganan una forma o sustancia creciente. 

El éter, la esencia primordial, no tiene forma; es la grandeza del espacio, el vescica piscis dentro del cual se gestó y nació el universo. El siguiente elemento, el aire, es un poco más denso que el éter pero aún no tiene forma. El fuego tiene más densidad que el aire, y el agua más que el fuego. El agua tiene ya suficiente sustancia para ser maleable; es aquí donde existe la esfera de la mente. 

El mundo astral, la intuición del hombre y su imaginación, es parte del elemento aire. Por esta razón su símbolo es la media luna, la representación simbólica de la mujer y la intuición. El último elemento, tierra, es la consolidación de la materia; significa estabilidad, inercia. Todo nuestro mundo físico es regido por el elemento tierra. 

La magia enseña que así como hay un mundo gobernado por el elemento tierra, hay también otros mundos en otros planos de existencia, regidos por cada uno de los demás elementos. Los colores se atribuyen a los elementos característicos de ellos en el mundo material. Es por medio de los colores y las formas simbólicas que el mago entra en contacto con los elementos durante su trabajo mental. Se relacionan con dos colores, debido a que uno representa el mundo físico y el otro el mundo astral o mental. El mago siempre coloca el diagrama que representa cada elemento dentro de un cuadrado, pues este es el símbolo asociado con el elemento tierra, o sea el mundo material en el cual vive. Esta es la única forma con la que puede tomar el elemento y retenerlo en el plano físico. 

De este modo, el elemento éter se visualiza como un vescica piscis dentro de un cuadrado. El elemento agua es visto como una media luna dentro de un cuadrado, y así sucesivamente. El símbolo del elemento es pintado con su color principal, y el cuadrado con el color complementario. El mago a menudo dibuja estos símbolos en cartulina y los usa para propósitos de meditación.

Como se mencionó, la combinación de los cuatro elementos forma todo lo que existe. Los dioses o fuerzas naturales son también el resultado de dicha mezcla, y el efecto que éstos tienen sobre la materia es determinado por los elementos que la componen. Hay veinticinco diferentes combinaciones formadas por los elementos, ya que se relacionan con sí mismos y con los otros.

Cada dios o fuerza elemental pertenece a una de estas veinticinco combinaciones. Descubrir las combinaciones de los elementos primordiales que forman un dios es uno de los propósitos del mago, para luego tratar de controlar dicha fuerza mediante ritos o meditación. Tal vez una de las formas más simples de ver cómo un mago busca controlar y armonizar los elementos, es usar la Estrella de David como ilustración. Todos hemos visto este símbolo del misticismo judío. Está compuesto por dos triángulos entrelazados, uno apuntando hacia arriba y otro hacia abajo. 

El primero es un símbolo del elemento fuego, mientras que el segundo representa el elemento agua. Durante la época de David, el mundo estaba en medio de constantes luchas y riñas. Para controlar las poderosas fuerzas elementales, David, un cabalista dotado, unió los elementos de fuego y agua en lo que se convirtió en el símbolo más importante de la fe judía. El fuego, el cual la magia ve como expansión, y el agua, vista como contracción, están siempre en guerra recíproca. Causan todos los estragos políticos y personales que han azotado al hombre por siglos. Constantemente vemos el efecto de estos elementos entre sí: el agua hierve y se evapora si es expuesta al fuego, y este a su vez puede ser extinguido con agua.

Hay que señalar que el fuego físico que conocemos no es el elemento puro del fuego que los magos usan en sus trabajos, y que tampoco el agua física es el verdadero elemento agua en la magia. 

La combinación del elemento tierra con el elemento agua crea tierra de agua, y esa es el agua material que usualmente vemos. Igualmente, la mezcla de los elementos tierra y fuego produce tierra de fuego y las llamas que solemos observar en una chimenea. Es un mérito para el genio de David que haya podido unir estos dos poderosos y esenciales opuestos en la forma del símbolo conocido como la Estrella de David. Aún ahora dicho símbolo es usado en magia para armonizar los elementos fuego y agua. Para David la unión de los dos significaba el control de las tribus hebreas disidentes y la formación del legendario imperio que su hijo Salomón haría famoso para todas las futuras generaciones. 

Con un adecuado entendimiento de los elementos, el mago puede producir lluvia o detenerla; puede originar o finalizar guerras; y puede llevar a la ruina a presidentes, primeros ministros y reyes o dotarlos de poder.



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